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LA RECONCILIACIÓN ES FRUTO DE UN ENCUENTRO CON DIOS - COMISION DE JOVENES DEL X CEN

LA RECONCILIACIÓN ES FRUTO DE UN ENCUENTRO CON DIOS - COMISION DE JOVENES DEL  X CEN Corrientes (Despacho: jueves 02-09-04. Por Francisco Maldonado). - En el área temática Jóvenes la iluminación del Obispo de Merlo, Monseñor Fernando María Bargalló, fue la “Eucaristía nos Reconcilia”.
Subrayó que para la reconciliación familiar, social y política, en primer lugar tiene que haber conversión del corazón.
Reconciliación que tiene un itinerario de penitencia y además una misión, dijo.
El obispo manifestó que “Dios es misericordia, compasión y bondad. Si no vemos esto así no tenemos una idea justa de Dios, no lo tendremos tampoco de nosotros mismos ni del prójimo ni del pecado ni de la reconciliación”.

Euforia
No importaba el lugar ni la ubicación de cada uno de los peregrinos y de los congresistas dentro de la escuela Nº 955 del barrio 17 de Agosto, ya que la euforia era inmensa con tal de participar del inicio del tan ansiado Xº Congreso Eucarístico Nacional.
Esa ansiedad y euforia parecía como si hiciera mover el edificio educativo en tanto se derramaba toda la fe de cada uno de los presentes.
Monseñor Bargalló mencionó que la reconciliación siempre empieza con un encuentro con Dios, que es bondadoso, misericordioso, compasivo, y al ponernos en la mirada de Dios hay que obrar —aseguró— de dos maneras: primero, ponernos en contacto con la verdad misma de cada uno y segundo, medir la gravedad de la falta o culpa que tenemos cada uno de nosotros.
Reconciliar es reconocer que la culpa es de uno mismo y la cuestión no se trata de acusar al prójimo. Con esta actitud estamos lejos de vernos nosotros mismos. Tenemos que saber sobretodo si somos capaces de asumir aquello en lo que hemos obrado mal.
Para reconciliarnos, subrayó, entra en escena algo sumamente fundamental, que es nuestra propia conciencia. Para ello siempre debemos ponernos bajo la mirada atenta de Dios. Si tenemos dificultades debemos expresarlas, darle voz a los hechos que podrían dañarnos a nosotros mismos y perder el camino que nos lleva a la reconciliación.

Percibir nuestra verdad
Si no expresamos o nos negamos a expresar la percepción de nuestra verdad seguramente no podremos reconciliarnos a fondo, ni ante Dios ni ante nosotros mismos. Cuando cada uno asuma su realidad con humildad, con verdad frente a Jesús aparecerá lo profundo de nuestra verdad y con ella la dimensión de nuestra falta.
Casi al terminar su presentación en este Congreso, el Obispo de Merlo reflexionó que “si prestamos atención veremos que cuando nos ponemos delante de Dios y analizamos nuestros actos, descubrimos que Dios está detrás de toda persona a la que hemos engañado, traicionado, perjudicado, Y si nosotros logramos percibir el daño que le hemos hecho a otros, la dimensión personal de haber traicionado a Dios nos lleva al dolor del pecado y al arrepentimiento”.
En conclusión, expresó, tenemos que tomar conciencia de que a la hora de dañar a un amigo, no solo hemos pecado, estamos también lastimando, dañando y ofendiendo a Dios.
“Para dar paso a la reconciliación tenemos que tener en cuenta que Dios no es un ser apático, es decir un Dios sin pasión, sino más bien Dios es simpático, o sea se sintoniza, vibra apasionadamente por su pueblo y es por eso que siempre interviene, sin olvidarnos e introduciéndonos en la historia fue Él quien se entregó por nosotros por amor, y nosotros sabemos que esa pasión lo llevó a hacerse hombre.”

enviado por Juan Pablo Gasme

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